domingo, 11 de diciembre de 2016

EDGAR DEGAS... EL PINTOR DE LAS BAILARINAS


La serie de las Bailarinas o de las Clases de Danza de Edgar Degas es conocida en cualquier parte del mundo, lo que no es tan conocida es la trágica historia que envuelve esos maravillosos trazos de óleo y pastel.
Hilaire-Germain-Edgar de Gas, conocido como Edgar Degas nació en Paris en 1834. Fue pintor, escultor y fotógrafo, ramas artísticas que combinaba y con las que conseguía retroalimentarse para hacer creaciones impresionistas. Poco amigo del dinero y del lucro personal nunca fue una persona de muchas amistades, situación que se agravó con el paso del tiempo.
El conocidísimo pintor francés tuvo muchos contratiempos, entre ellos destacó la ceguera, que se acrecentó pasado su 50 cumpleaños.  En su origen, Degas pintaba casi en exclusiva al óleo, pero las dificultades de la vista le obligaron a cambiar esta técnica por una más seca, pasando así a las pinturas pastel. Con este tipo de material, Degas podía hacer trazos más finos mientras acercaba su cara lo máximo posible al soporte en el que estuviera trabajando.
Esta enfermedad sumada a la falta de habilidades sociales, le convirtió en una persona aislada. Cada vez se encerraba más en su estudio, pasando semanas enteras sin salir, ni mantener comunicación con nadie.Alardeaba de su falta de seres cercanos, e insistía que los buenos artistas no deben tener amigos ni relación con sus familiares, porque “la única aliada del artista es la soledad”.
Degas no vendía sus obras al no tener contacto con nadie y no gustarle el hecho de “mercadear” con el arte, por lo que no recibía dinero alguno. Las deudas fueron apoderándose de su vida, tuvo que ser juzgado y  finalmente desahuciado de su casa. Sus últimos años de vida los pasó solo, ciego  y sin rumbo alguno por las calles de París. En 1917 murió sin más descendiente que las maravillosas obras que cuelgan de las paredes de gran cantidad de museos y galerías.
Examen de danza
Quizá sea ésta una de las escenas de danza más famosas de Degas. Nos encontramos en el examen que somete el profesor Jules Perrot a las bailarinas para ingresar en la Opera de París. Resultaba difícil entrar en este tipo de actos pero el artista frecuentaba tan asiduamente el lugar que casi era un miembro más de la institución. Las jóvenes iban acompañadas por sus madres - las apreciamos en las gradas que aparecen al fondo - expectantes ante la actuación de sus hijas. En primer plano se sitúan unas bailarinas en actitudes variadas, ocupando el centro de la composición la joven que actúa en ese momento. Tras ella y en la pared encontramos el espejo donde se ve reflejada la ventana por la que penetra la luz, recurso muy del gusto de Edgar. Es una luz fuerte que incide en los blancos tules de los vestidos, iluminando la amplia estancia por completo. La perspectiva en profundidad se ve acentuada por la visión de la esquina de la estancia, mostrándonos incluso la moldura decorativa que separa la pared del techo. La influencia de la fotografía es también destacable al cortar los planos pictóricos, novedad típica del Impresionismo. Las tonalidades blancas de los trajes vaporosos dominan la escena, salpicada por rojos, verdes y azules. El conjunto resulta insuperable, conjugándose la pincelada suelta con un exquisito dibujo, resultando el estilo con el que Degas cosechará numerosos éxitos.

CLASE DE DANZA
Nadie como Degas supo recoger el ambiente de las clases de danza y las actuaciones de los ballets, que se convertirán en los temas favoritos, y casi exclusivos, de su pincel. No era fácil pintar sobre los ensayos, ya que estaba prohibido el acceso a estas salas. Degas conocía bien el teatro de la Ópera debido a sus frecuentes visitas y empleó la Sala Verde como marco de esta escena, considerada como la primera que hizo con esta temática. Parece probable que contratara a algunas bailarinas para que posaran en el estudio, puesto que con seguridad él no pudo contemplar estos ensayos previos. En una amplia habitación observamos a una bailarina en el centro, esperando la orden para interpretar su actuación individual. Quizá se trate de Joséphine Gaujelin. Su figura se refleja en el espejo que hay detrás, recurso que en su momento fue un gran atrevimiento pictórico, al confundirse la ilusión con la realidad. Al fondo, otras bailarinas hacen sus ejercicios de estiramiento, apoyándose en la tradicional barra de ballet. Entre ellas se sitúa la puerta de la sala, entreabierta para dejar pasar un ligero rayo de luz. En la zona de la izquierda aparece el grupo más numeroso de figuras, presidido por el maestro de baile, Monsieur Gard. Tras este grupo de bailarinas, en un gran espejo enmarcado se refleja la ventana de la izquierda, cubierta con elegantes visillos blancos. Precisamente la luz es una de las protagonistas indirectas de la composición; penetra por la izquierda de la escena a través de esos finos cortinajes e ilumina a las muchachas que están inmediatamente detrás de Gard. Mucho más tamizada, ilumina la figura central y las del fondo, advirtiéndose otro rayo de luz en la puerta entreabierta. De esta manera, el artista concentra nuestra atención en estos detalles lumínicos, dispersos por todo el lienzo. Otro de sus grandes logros es la perspectiva y la profundidad al abrir el espacio a través de un complejo juego de espejos y reflejos, consiguiendo un magnífico efecto de movimiento y realismo. Pero la gran preocupación de Degas sería el color, la organización armónica de un reducido número de tonos. El color predominante es el blanco de los vestidos, mientras que el rosa de las zapatillas y de las cintas ocupa un papel secundario. La fuente empleada por el pintor para organizar el color blanco sería la obra de James M. Whistler, quien había defendido la idea del paralelismo existente entre la música y el color. A ese predominio del blanco contrasta el color negro del traje del maestro y los sienas de suelo y paredes, que crean un pronunciado contraste entre las tres tonalidades. No hay que olvidar la magnífica sensación atmosférica creada por Degas en la estancia, que diluye los contornos de las figuras, como ya hizo el gran Velázquez. Para ello aplica una pincelada más suelta, sin olvidar una perfecta base de dibujo.
CLASE DE DANZA EN LA ÓPERA
Compañera de la Clase de danza, en esta escena vuelve Degas a interesarse por los ensayos de ballet. Ahora ha cambiado de sala, eligiendo las más grande y lujosa de las existentes en el Teatro de la Opera. Aunque el pintor no pudiera asistir a los ensayos por estar absolutamente prohibido, su conocimiento del lugar y su gran imaginación hacen que consiga su propósito.El maestro de ballet que pide silencio con la mano levantada es Louis Merante, antiguo bailarín; junto a él contemplamos a un violinista que espera que reine el silencio para iniciar el ensayo. La bailarina preparada en la zona izquierda es Mlle. Hugues, quien posó en el estudio de Degas en numerosas sesiones. Al fondo se abre una puerta donde contemplamos otra bailarina y una ventana por la que penetra un ligero rayo de luz. Un pequeño grupo de bailarinas estira sus músculos en la barra de la pared mientras que la mayor parte se centra en la zona derecha, esperando atentamente la actuación de su compañera. Tras estas figuras contemplamos un gran espejo situado en un arco de medio punto; un pequeño espejo y una nueva puerta completan esta pared. En primer plano aparecen dos sillas, una de ellas ocupada por una bailarina descansando para la que también posó Mlle. Hugues. En la otra vemos un abanico abierto señalando en dirección de la bailarina que va a actuar. Degas ha organizado la composición a través de un círculo vacío que se sitúa en el espacio central. Alrededor de él se colocan las diferentes figuras, equilibrando perfectamente el espacio gracias a las tonalidades blancas de los trajes. La sensación de profundidad también resulta destacable al recurrir a diferentes espejos y puertas abiertas, jugando con la realidad y la ilusión. Por ejemplo, el rostro de Mlle. Hugues reflejado en el espejo parece mirar por encima del hombro a su compañera. La sensación de movimiento es otra preocupación del pintor, conseguida a través de las bailarinas del fondo. Respecto al color, Degas vuelve a tomar como fuente a James M. Whistler al organizar la escena gracias a las tonalidades blancas de los vestidos. Los rosas de las zapatillas y el negro de algunos lazos complementan perfectamente al blanco, mientras que el color siena de paredes y suelo sirve para contrastar. El color rojo de la barra, del lazo de una de las bailarinas y del abanico abierto sirve para otorgar el ritmo a la composición, de igual manera que hizo Velázquez en Las Meninas. La luz procede de la derecha, iluminando ligeramente las figuras y creando sombras que se proyectan en el suelo. El efecto atmosférico de una habitación cerrada e iluminada por un ligero haz de luz está perfectamente conseguido al distorsionar los contornos de las figuras, sin olvidar la existencia de una potente base dibujística.

ENSAYO DE BALLET EN EL ESCENARIO
Desconocemos las razones por las que Degas dedicó buena parte de su producción a la temática del ballet. Algunos especialistas sugieren que se venderían mejor que las obras con temas más duros. De todas maneras, el pintor ha pasado a la historia como el que mejor ha sabido interpretar ese mundo que estaba alcanzando cada vez más popularidad. Bien es cierto que las jóvenes bailarinas no llegaban a ser grandes estrellas sino que en su inmensa mayoría tenían que ofrecerse a los hombres que las cortejaban para conseguir obtener una mayor ganancia, tan miserable era su retribución en la danza. Uno de esos hombres puede ser el que está sentado al fondo de la composición, observando a las jóvenes antes de iniciar su ensayo. Degas se sitúa en uno de los laterales del escenario del Teatro de la Opera para mostrarnos un momento del ensayo, posiblemente los instantes previos a la orden de inicio del director, mientras las bailarinas estiran los músculos y calientan individualmente. En esta ocasión el pintor ha recurrido a una escena panorámica, sin cortar ninguno de los planos pictóricos. Las muchachas se van sucediendo en profundidad, distribuyéndose ordenadamente sobre el espacio. Para no dejar escapar ningún detalle tuvo que realizar unos veinte estudios previos de figuras, demostrando sus deseos de triunfar, no dejando ningún elemento al azar. Sería ésta la única ocasión que Degas empleara la grisalla monocromática para realizar una escena. Hay quien opina que se trataría de una prueba para trabajar sobre un grabado en madera para una revista inglesa, debido al éxito que tenían estas imágenes en Londres. Curiosamente se ha perdido algo de color en algunas zonas, pudiéndose contemplar los cambios que introdujo el artista: en la zona de la derecha vemos una pierna mientras que al fondo queda la huella de un hombre sentado en una pilastra. La luz empleada es la iluminación artificial del Teatro, creando fuertes contrastes entre las zonas iluminadas y las ensombrecidas. Con esta escena inaugura una serie de estampas sobre los ensayos en el escenario.

"CUATRO BAILARINAS"

LAS BAILARINAS AZULES



En ocasiones Degas empleó fotografías para realizar sus obras. Las modelos eran fotografiadas en su estudio y luego se basaba en esas placas para componer imágenes tan atractivas como ésta que aquí contemplamos. Son cuatro bailarinas las protagonistas, en diferentes actitudes; mientras una estira sus brazos, dos de sus compañeras se colocan el vestido y la cuarta parece agacharse para atarse las zapatillas. De nuevo recurre a una perspectiva alzada, viendo a las figuras desde un lugar bastante elevado. El color dominante es el azul, con diferentes tonalidades, mezclado en algunas zonas con varios colores. La fuerte iluminación de la escena provoca interesantes contrastes entre zonas de luz y sombra, mostrando la atracción del artista por la iluminación teatral. Las formas de las figuras casi son engullidas por el color, aunque aún observamos el excelente dibujo que siempre muestra Degas, dibujo que atrajo especialmente a Gauguin. El efecto fotográfico se muestra al cortar los planos, ofreciéndonos una imagen sesgada de la realidad. La disposición de las figuras en el espacio no es arbitraria sino muy meditada, para crear un pentágono irregular en el centro de la escena. La bailarina agachada se contrarresta con el brazo elevado de la que está calentando sus músculos antes de la actuación. El control de Degas sobre la técnica del pastel le permitiría realizar la imagen en diferentes niveles para obtener numerosas tonalidades, adquiriendo éstas mayor brillantez.

"BAILARINAS ROSA" (DESPUS DEL ENSAYO)

"EL ENSAYO"

ESCUELA DE BALLET

BALLET EN LA ÓPERA DE PARIS

"LA REPETICIÓN"

BAILARINAS-(PINTURA AL PASTEL)

"LAS BAILARINAS RUSAS"

http://www.artehistoria.com/v2/obras/2031.htm
http://totenart.com/noticias/la-oscura-verdad-de-las-dulces-bailarinas-de-degas/
http://www.artehistoria.com/v2/obras/1616.htm
http://www.artehistoria.com/v2/obras/1622.htm
 http://www.artehistoria.com/v2/obras/1615.htm
http://www.artehistoria.com/v2/obras/1657.htm



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