jueves, 15 de diciembre de 2016

GREGORIO XVI...EL MUSEO ETRUSCO DEL VATICANO


El Museo Gregoriano Etrusco fue inaugurado el 2 de febrero de 1837 por Gregorio XVI. Sus colecciones fueron adquiridas por el Camarlengato tras propuesta de la Comisión General Consultiva de Antiguedades y Bellas Artes, en virtud de los derechos de prelación decretados por el Edicto Pacca de 1820 a favor de las colecciones públicas. Con el fin del Estado Pontificio y, por consiguiente, de sus competencias territoriales sobre la Etruria Meridional, el museo recibió sólo aportaciones esporádicas, aunque muy importantes, como la colección Falcioni adquirida en 1898 la donación de Benedetto Guglielmi a Pío IX en 1935 y la de Mario Astarita a Pablo VI en 1967.
Las salas centrales del Museo (de la V a la XIII) ocupan el segundo y el tercer piso del Palacete del Belvedere de Inocencio VIII. Las salas de la I a la IV y aquellas donde se halla la colección de los vasos (de la XX a la XXII) se encuentran en el edificio que mandó incorporar Pío IV al Belvedere

Sala I. De la Primera Edad del Hierro.


Aquí se encuentran los materiales de la primera edad del hierro etrusco lacial (s. IX-VIII a. C.) que documentan los albores históricos de las civilizaciones etrusca y latina, marcadas geográficamente por el curso del Tíber.
En una reconstrucción topográfical ideal, y como si se remontara el Tíber, en el lado izquierdo de la sala (orilla imaginaria etrusca) están colocados los objetos procedentes de Etruria, y del lado derecho (orilla lacial), los que proceden del Latium Vetus.
Se ha reconstruido el núcleo de materiales villanovianos, descubierto a fines del s. XVIII por Filippo Prada en la necrópolis de la Osteria (Casal di Lanza) en Vulci. Ese período ha sido denominado convencionalmente ¨villanoviano¨ por los estudiosos de Villanova, cerca de Bolonia, donde fueron descubiertas en 1853 unas tumbas en forma de pozo con restos cremados de difuntos en característicos osarios bicónicos.
La urna bicónica con una sola asa y con una decoración geométrica particular, grabada e impresa, constituye el elemento más típico de esta fase cultural.
La ollería de bronce está realizada en fina lámina martillada y reproduce las formas típicas de la cerámica de empaste. Sin embargo, el contacto gradual y cada vez más estrecho entre la civilización etrusca y la griega favorecerá la evolución de formas, técnicas y motivos decorativos que harán surgir talleres locales que producirán una singular cerámica torneada, pintada con motivos geométricos.
Esta sala también está dedicada al período de influencia oriental





 Especialmente relevantes son las dos manos en lámina de bronce, al parecer producidas y provenientes de Vulci, que, conceptualmente, remiten a las máscaras de bronce laminado de algunos canopes (urnas cinerarias) de Chiusi y, en general, a los primeros experimentos de los broncistas etruscos que representan la figura humana, consistentes en la unión, en bulto redondo, de piezas trabajadas por separado en láminas de bronce repujadas (s. VII a. C.)





Se exhiben un ánfora esferoidal sobre un alto pie y una silla en elementos tubulares de lámina de bronce. El aspecto antropomórfico de la urna es típico de la región de Chiusi. Como también era costumbre colocar la urna sobre una silla o sobre un trono con espaldar circular. Todo ese material, con los enseres del ajuar funerario, se enterraba en una gran vasija o ¨ziro¨. Del actual lacio meridional, se destacan los ajuares funerarios hallados en 1816-1817 entre Marino y Castelgandolfo. La urna con tapa ¨de dos vertientes¨, adoptada con la de tipo ¨villanoviano¨, también por los responsables de la incineración en Etruria, es el elemento característico de la Civilización del Hierro en el Lacio, como también lo son los pequeños vasos decorados con una ¨red¨ y los llamados ¨calefattoi¨, calentadores, s. IX-VIII a. C.





Sala II. De la Tumba Regolini-Galassi
  
En esta sala está reunida el núcleo más importante de la colección gregoriana, hallado en 1836-1837 en una excavación en la necrópolis del Sorbo, al sur de Cervéteri, por el general Vincenzo Galassi y el arcipreste de Cervéteri Alessandro Regolini. A este material, procedente de no menos de nueve tumbas construidas en cuatro túmulos contiguos, se sumó el que halló Giovanni Pinza, en 1906, en la Tumba Giulimondi, durante unas excavaciones para estudiar la topografía de la necrópolis.
La tumba principal, que se remonta más o menos a mediados del s. VII a. C., ofrece uno de los testimonios más completos de la época de mayor madurez de la fase cultural ¨de influencia oriental¨ en Etruria. Los objetos se exponen más o menos según el sitio donde fueron hallados en la tumba, que puede visitarse en Cervéteri. Acompañan a tres difuntos: una mujer de rango principesco, a la que deben pertenecer los restos en bronce del trono y los adornos preciosos; un hombre cremado, y otro personaje masculino, que probablemente estaba en la antecámara colocado en el lecho, rarísimo ejemplar en bronce de un tipo que se halla frecuentemente en piedra en las tumbas de igual período
La Tumba Giulimondi parece ser la más antigua de las que se conservan, podría fecharse quizás en el primer cuarto del s. VII a. C. Hallada cerca de la Via Braccianense, a unos 50 metros de la tumba Regolini-Galassi, de ella se exponen una serie de ánforas de empaste y búcaro con decoraciones en espiral y cerámica protocorintia con aryballoi (vasos portaperfume) y una copa tipo Thapsos.
De la tumba Calabresi, hallada en 1869 en la necrópolis de la Banditaccia de Cervéteri, y llamada así por su descubridor, merecen mención los finísimos búscaros.









Sala III. De los Bronces
  
Aquí se hallan todos los bronces estatuarios, votivos y de uso común o funerario, que llegaron al museo desde las excavaciones del principios del siglo XIX. La exposición sigue por lo general un orden cronológico, según clases tipológicamente homogéneas (armas, candelabrosespejos, cistas, vajillas, figuras en bronce), además de los raros conjuntos reconstruidos gracias a datos seguros sobre su procedencia.





Sala IV. De las Piedras
  
En esta sala se han agrupado monumentos de distinto tipo (sarcófagos, esculturas de bulto redondo, relieves, cipos e inscripciones) procedentes de Chiusi, Vulci, Cervéteri, Orte, Palestrina, y de distinta edad (del siglo VI al II a. C.). El único elemento que tienen en común es el material con que se realizaron, piedras locales de escaso valor (toba, travertino, arenaria) apreciadas por los escultores y cinceladores etruscos por su facilidad para tallarlas. Los defectos estéticos se disimulaban con bastante estuco y vistosas policromías hoy casi desaparecidas por completo





Salas V y VI. De las Terracotas Arquitectónicas y Votivas
  
Salas dedicadas a la coroplastia de los templos etruscos y a aquella votiva. El ambiente espacioso de la sala VI es adecuado para crear un clima semejante a las antiguas áreas sacras en las que un muro perimétrico (temenos) rodeaba el collado donde se levantaba el templo, frente al cual existía una plaza llena de ofertas votivas y altares para las celebraciones religiosas
En el Museo se conservan numerosas terracotas arquitectónicas de distintas procedencias. Algunas de ellas se apoyan en soportes que recuerdan el techo de madera que cubría el templo que decoraban en la antigüedad. Se han elegido cuatros elementos distintos decorativos para presentar un panorama lo más cercano posible a la decoración arquitectónica etrusca
.En la exposición se pone de relieve no sólo la calidad artística de la ofrenda votiva, sino también la enorme variedad y cantidad de dones que se llevaban diariamente al templo. Los santuarios antiguos estaba siempre llenos de exvotos que daban testimonio de la gratitud de los fieles a los dioses por gracias pedidas o recibidas. Se ofrecían toda clase de cosas, preferiblemente pequeñas reproducciones de la imagen de culto o, con mayor frecuencia, de partes del cuerpo humano, así como de alimentos o imágenes de animales que se sacrificaban como ofrendas.





Salas VII y VIII. De las Joyas
  
En estas dos pequeñas salas se exponen objetos de adorno personal en oro, realizadas por los orfebres etruscos durante los diez siglos de vida de su civilización.
Un gusto acertado en la elección de modelos y piedras preciosas y semipreciosas se unía a una maestría artesanal cada vez mayor que hacía de esas joyas ejemplares únicos e irrepetibles en el mundo antiguo. Las técnicas más utilizadas eran la fusión, el labrado de láminas, la realización de hebras para torcer tiritas minúsculas de oro, los acabados con punzones y cincel y, finalmente, la granulación, una técnica original para producir esferas minúsculas hasta lograr dimensiones infinitesimales (polvillo) que luego se soldaban en la lámina de la joya, creando superficies continuas o dibujos.
La exposición respeta un orden cronológico que permite seguir desde el siglo VII a. C. hasta la época romana, modas, costumbres y tipologías de un pueblo que utilizó el oro como riqueza digna de atesorar y también como símbolo de estatus.
















Sala IX. La Colección Guglielmi
  
La colección de los marqueses Guglielmi, de Vulci, era una de las últimas y de las más ricas colecciones etruscas en manos de propietarios particulares. Proviene de excavaciones realizadas en territorios de la antigua ciudad etrusca de Vulci y estuvo expuesta en el Palacio Guglielmi de Civitavecchia hasta principios del siglo XX, cuando fue dividida entre los dos hermanos Giulio y Giacinto.
La parte del marqués de Giulio, heredada por su hijo Benedetto, fue donada por este último al papa Pio XI en 1937. La otra parte siguió siendo propiedad de la familia hasta el año 1988, cuando fue adquirida por los Museos Vaticanos.
La colección Guglielmi consta de unos 800 objetos: bronce, cerámica etrusca y cerámica griega, está última importada en su mayoría del Ática gracias a la amplia red de intercambios comerciales que hacía de Vulci uno de los principales mercados del Tirreno.
Los ejemplares son heterogéneos y van desde el material más antiguo de la época villanoviana hasta la típica producción de cerámica de la época helenística. El núcleo más importante es el de las cerámicas áticas con figuras negras y rojas.


Salas X-XI. Las Urnas Cinerarias de la Época Helenística
Desde el siglo IV a. C. y durante toda la época helenística, se difundió en la Etruria septentrional del interior el rito de la incineración, con la consiguiente costumbre de colocar las cenizas de los difuntos en urnas esculpidas en piedra o modeladas en terracota.
En las principales ciudades etruscas (Volterra, Chiusi y Perusa), había una producción de urnas cinerarias con características peculiares artísticas y tipológicas. Los relieves que adornan los frentes de las cajas nacen de una elaboración autónoma del repertorio figurativo helénico. Mitos griegos y temas propiamente etruscos coexisten, unidos por la adopción de un mismo lenguaje figurativo, en una de las manifestaciones más características de la artesanía artística etrusca. Las urnas estaban esculpidas en la piedra típica del territorio, el alabastro en Volterra y Chiusi, y el travertino en Perusa, pero no faltan piedras menos preciosas. Las superficies originariamente se caracterizaban por una viva policromía de la que quedan pocos rastros.
En la tapa de las urnas estaba representado idealmente el difunto, semirreclinado en la clásica posición del comensal. En la caja estaban esculpidas escenas mitológicas o relacionadas con el tema de ultratumba







Sala XII. La Colección Falcioni
  
Aquí se encuentra el núcleo principal de la colección arqueológica recogida durante la segunda mitad del siglo XIX por Bonifacio Falcioni, de Viterbo, y adquirida por León XIIIen 1898 para los Museos Vaticanos. La mayor parte de las piezas, fue adquirida por Falcioni en mercados de antiguedades y sólo una pequeña parte procede de excavaciones realizadas en algunos centros del Lacio como Vulci, Tuscania, Bomarzo, Bolsena y Blera.
El contenido de las vitrinas es un ejemplo típico de una colección privada del siglo XIX, en la que se recogían, indiscriminadamente y sin criterios lógicos precisos, hallazgos arqueológicos sin ninguna relación entre sí. Junto a vasos antiguos de empaste de la edad protovillanoviana y de la primera edad del hierro, se encontraban búcaros, cerámicas pintadas áticas y etruscas, manufacturas en bronce (vasos, estatuillas, etc.), material votivo y, sobre todo, objetos de oro tanto antiguos como modernos.



Sala XIII. Sarcófagos figulinos de Tuscania 
Se abandona la Etruria de la época helenística para pasar a los sarcófagos en terracota de Tuscania del s. II a. C. Aquí se encuentra la espectacular escalera de caracolrealizada por Bramante, joya de la arquitectura renacentista, proyectada en 1504-1505y terminada por Pirro Ligorio en 1564.



Salas XIV-XV. Antiquarium Romanum, terracotas, cristales, marfiles
Nació de los trabajos de reestructuración realizados en el Museo entre 1955 y 1957, como resultado de una selección más rigurosa y de un examen arqueológico más profundo de los muchos hallazgos de la época romana y de distinta procedencia, que antes estaban colocados con los objetos etruscos e itálicos. Comienza con una selección de bronces. Las sucesivas revisiones han culminado en la actual organización, según las clases de materiales, que ha sido completada con una sección dedicada al Ager Vaticanus en la sala XVI.






Sala XVI. Antiquarium Romanum, Ager Vaticanus

  
Durante el período de los reyes y toda la época republicana, el territorio a la derecha del Tíber se conoció como Ager Vaticanus y se extendía, hacia el norte, hasta la desembocadura del Cremera; hacia el sur, hasta el Gianicolo. En la época imperial –a partir del s. II d. C.- se reconoce el topónimo Vaticanum, que incluía una superficie más limitada, semejante a la del actual Estado de la Ciudad del Vaticano. En la época romana, la zona era exterior a la ciudad de Roma y estaba ocupada por villas, por los jardines de Agripina, madre del emperador Calígula, y por amplias necrópolis que seguían las vías principales. En los jardines de su madre, Calígula construyó un circo reestructurado luego por Nerón.











Salas XVII-XXII. Colección de los Vasos
  
Los primeros ejemplares de esta colección llegaron al Vaticano en el siglo XVIII e inicialmente decoraban los armarios de la Biblioteca Apostólica. En 1837 pasaron al Museo Gregoriano Etrusco, donde fueron colocados en las salas que dan al Patio de la Piña. El hallazgo en Etruria de tanto material de alfarería griego fue el motivo decisivo para crear una sección paralela y estrechamente vinculada con el Museo Etrusco. La exposición presenta, en efecto, junto a la producción de cerámica griega, la suerte peculiar que tuvieron esos productos en Etruria debido a los intensos contactos comerciales entre griegos y etruscos. Son numerosas las obras maestras, firmadas o atribuidas a los grandes nombres de la pintura de vasos griegos, presentes en la Colección que se expone en orden cronológico y tipológico y a la que se agregó, en1967, la Colección Astarita, obsequiada al papa Pablo VI.

http://www.museivaticani.va/4_ES/pages/MV_Home.html
http://mv.vatican.va/4_ES/pages/MGE/MGE_Main.html
 http://www.ecured.cu/index.php/Museo_Gregoriano_Etrusco._Museos_Vaticanos
http://ec.aciprensa.com/wiki/Papa_Gregorio_XVI
https://books.google.es/books?id=nKVJ2EdJ06kC&pg=PA22&lpg=PA22&dq=GREGORIO+XVI...EL+MUSEO+ETRUSCO+DEL+VATICANO&source=bl&ots=YDArdVmHwh&sig=aOvNZukn2tcHw5Ae55YE4_vRySY&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwi69JWylfbQAhWMPxoKHQPfB6IQ6AEIVDAL#v=onepage&q=GREGORIO%20XVI...EL%20MUSEO%20ETRUSCO%20DEL%20VATICANO&f=false

No hay comentarios:

Publicar un comentario